El Colegio Médico y la Cámara de Innovación Farmacéutica firmaron en
julio pasado un acuerdo para regular sus relaciones. Los laboratorios ya no
podrán pagar las vacaciones del médico y su familia, pero sí financiarle el
pasaje y la inscripción a un congreso. ¿Es posible preservar la independencia
cuando la industria farmacéutica financia casi todas las actividades de
actualización de los médicos? Para la autora de esta columna resulta ingenuo
asumir que los profesionales no se verán influidos por esa relación que los
pone en una clara posición de conflicto de interés. Y afirma que la
persistencia de estas prácticas no hace más que asegurar que el juicio clínico
sí estará probablemente sesgado y que ese sesgo será a favor de la industria.
Al firmar un acuerdo con una asociación gremial que representa
la industria farmacéutica, el Colegio Médico de Chile está haciendo un
reconocimiento explícito de la existencia de este sesgo. No obstante, hace una
distinción que no parece tener fundamento empírico y más bien parece estar
determinada por un marco de pensamiento utópico: no sería ético que un
laboratorio farmacéutico pague las vacaciones del médico y su familia en el
Caribe, pero sí sería ético que el mismo laboratorio financie los pasajes en
avión a un congreso de especialidad de los médicos de una unidad determinada,
porque en este último caso el objeto del viaje sería educativo. También sería
ético que la industria financie las actividades de educación continua,
requerida por la profesión para su puesta al día.
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